domingo, 3 de abril de 2011

EL POLLITO NEGRO
















Visitaba la Fraga con unos amigos, Álvaro. Intentaba describirles cómo era, aunque en realidad, quizá sólo pretendiera revivir los momentos que en ella pasé cuando tenía tu edad.

Y al llegar a la explanada que se encuentra junto al cortijo, imaginé la alargada nave que albergó la granja de gallinas que construyó el bisabuelo. Se la describía con tanto detalle, tan minuciosamente, que casi podía ver y tocar su puerta, abrirla, recoger los huevos de los ponederos del lateral de sus muros, mirar la incubadora, poner pienso, grano y agua en sus comederos....

Y fue entonces cuando alguien de ellos, sacándome de mi abstracción, me refirió este cuento para que yo te lo contara.

Cuentan que era un día de primavera en que la dulzura de abril se volvía a derramar una vez más sobre la tierra; el aire era picante, como mezclado de esencias para alegrar el monte; la Fraga vestía traje verde y el cielo recién estrenaba cúmulos blancos y relucientes junto al horizonte, que no eran sino trocitos de nieve que abandonaban con prisa inusitada la cresta del Aznaitín. Los camelios aun conservaban sus flores y ya estaban abiertas las del cerezo y las del espino que engalanan el Camino Real. Los pinos de la entrada reventaban sus mazorcas verdes y estaban llenas de un polen amarillo, como la resina de su tronco, que se dejaba arrastrar por la brisa y festoneaba de amarillo el agua del caz que discurre a sus pies, como si quisieran enviarle muchos microscópicos mensajes de agradecimiento por su fecundidad.

Antes de que el sol saliera, Perico “Ponela” ya se encontraba en el Cerrillo de la tía Manuela abriendo con su escardillo nuevos partidores que dirigieran el riego hasta la encina que se encuentra en los confines de la Fraga. Apartaba zarzas que ahogan al almendro cuando encontró un huevo muy grande. Nunca había visto otro igual, pese a conocer los nidos y polladas de todas las aves que se resguardan en la Fraga. Así que decidió llevarlo al cortijo con la intención de prepararlo para la comida. Sin embargo, Juana María pensó que si lo rompía perdería la curiosidad de saber de qué ave se trataba y decidió colocarlo en el puesto de la clueca que empollaba sus crías en la granja.

Cuentan que a los pocos días nació un polluelo grande y negro que no paró de comer hasta dejar los comederos vacíos y luego, mirando a la gallina con vivacidad le dijo: Bueno, ahora ¡vamos a volar¡.

La gallina, Álvaro, se sorprendió muchísimo de la proposición de su flamante hijito y le explicó que los pollos no vuelan. Pero el polluelo, cada vez que terminaba de comer, repetía: Y ahora... ¡a volar¡.

Todo el gallinero se esforzó en explicarle muchas veces todos los días que los pollos no vuelan. Y así, el polluelo negro y grande fue hablando cada vez más de comer y menos de volar hasta que, tras cumplir su fase de engorde, fue retirado de la granja y sacrificado con sus hermanos en aquel matadero avícola que los hombres tienen a la entrada de la capital.

Fue en el túnel de desplumado cuando aquel obrero se dio cuenta de que no era un pollo, sino un águila real que había nacido para volar muy alto.

Pero... ¡como en el gallinero nadie volaba...¡

Nunca te conformes. La uniformidad puede que te garantice la aceptación, pero te priva de tu esencia única e irrepetible. Recuerda Álvaro que el riesgo de morir en la granja general es muy grande. Que muchas puertas están abiertas porque nadie las cierra, mientras que otras permanecen cerradas porque nadie las abre. Que el futuro tiene muchos nombres, pues mientras para los débiles y resignados es lo inalcanzable y para los temerosos es lo desconocido, para aquellos que lo enfrentan con mente abierta, es la oportunidad.


Y cuando esto lo leas o te lo lean, si te convences de que tus mejores alas están en la mente y en tu corazón, siempre tendrás hambre de volar. ¡Y pese a todo y a todos, te elevarás¡
.

10 comentarios:

Mayra dijo...

Es precioso!!!!

Qué verdad que es.... evidentemente, si no somos un poquito osados, nunca conseguiremos nuestros propósitos, no hay que estar pendiente de los demás sino de lo que nos dictan nuestros instintos, nuestro corazón, ir sin miedo, y evolucionar......

Muy bonito, sí, pero como todos los otros cuentos, claro!.
Alvaro se va a sentir muy querido cuando entienda, y descubra la obra tan preciosa y que con tanto cariño le ha dedicado su "abuelo Balolo".

Un beso!!!!

Alkaest dijo...

¡Muy bien traído!
Me gusta mucho la fábula, y me gusta más el personaje simbólico, porque ya estaba "jarto" de ser "la oveja negra" de mi familia, amigos y vecinos.
A partir de ahora podré ser, "el pollito negro" de la bandada. Y a las gallinas, que les den...

Salud y fraternidad.

Pilara dijo...

Lambert era un león que por cosas del destino estuvo viviendo una vida de oveja, entre la amorosa protección de su madre cordera y temeroso y asustadizo por el trato, casi humillante, que recibía de los otros corderitos por su evidente diferencia. Así pasaba su vida hasta que se  presentó la tesitura de que vino el lobo, acorraló a su madre que balaba desesperada pidiendo socorro.  Viéndola  en peligro, una fuerza surgió desde lo más profundo y su instinto interior lo hizo atacar al lobo con la fiereza del león proporcionándole un fuerte topetazo de carnero que lo despeñó por un profundo barranco. A partir de entonces se ganó el respeto de todos y fue el rey protector del rebaño.

Así es que, Álvaro , no te aflijas. No hay motivo de desazón, siempre la vida bulle. No importan las condiciones, lo fundamental es que exista VIDA y ésta fluya.

Fendescaperucito dijo...

En los cuentos tradicionales siempre se avisa al niño de los males de ir solo por el bosque (leasé hoy "internet"), de lo malo que es lobo (dudo entre Hacienda o el Gobierno)que se quiere comer lo tuyo y a tí mismo si te dejas y de la importancia de soplar y soplar para comprobar si la casa es lo bastante resistente para evitar a los parientes gorrones y sablistas (otros lobos) y lo bueno que es la unidad familiar para la vida.
El pollito negro lucha por encontrar su lugar en el mundo selvático actual, es la lucha diaria en todos los gallineros. Es como en el pollito feo, una referencia a no cejar en el empeño y que al final la luz prevalecerá sobre las tinieblas. El cuento tiene su moraleja, como todos. (Me gusta mucho la foto de Álvaro que encabeza la página, mirando al mar).

Saludos al abuelo, al nieto, a todos y un pequeño dicho de un señor chino: "No importa que el gato sea blanco o sea negro; si caza ratones será un buen gato" (éste era un gato que decía "mao".

Alkaest dijo...

¡Alto ahí! Si comenzamos a mezclar los gatos con los pollos, y con los chinos, presentaré una demanda en toda regla.
Con el honor de mi raza, no se juega, ni en cuentos.

Firmado: Sir Crispín de Cheshire, gato "europeo común", pero no corriente...

Un simple pollito dijo...

Tu abuelito no está “lelo”...
Sólo ha simplificado mucho.
Pues tan importante es ser
pollito o aguilucho...
(Ser gato también es muy importante ;))
Depende de dónde y cómo estés
así tendrás que aparecer...
Los humanos no suelen afinar,
no cogen mucho el punto...
Y a mi modesto entender
jugará un gran papel
el que sepa lo que es
ser, estar y parecer.

Baruk dijo...

Yo comparto la opinión de Mayra, el cuento es precioso. Como preciosa la moraleja que encierra.

El miedo al picoteo gallinaceo es terrible. Pero la verdadera protección esta en las alturas, especialmente cuando HAY HAMBRE DE ELEVACIÓN, y ...MUY BUENAS ALAS!

Volamos?

Un león "pata negra" dijo...

¡Un pusilánime este Lambert !

Podría haberse abierto tantas puertas... ¡dejando volar su imaginación !

pallaferro dijo...

Àlvaro,

Pienso que, seguramente, el pollito negro se sentía raro en ese corral. Pero también creo que algunos pollitos del corral se quedarían maravillados de sus capacidades y potencialidades. Y es que no lo veían como un pollito raro, sino como un ser excepcional.

Ojalá sepamos discernir siempre entre rareza y excepcionalidad.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Y yo, Álvaro, pienso que todos podemos ser excepcionales si dejamos el miedo en alerta inteligente que no nos paralice.

Y así, aunque un aguilucho viviera entre pollitos, no tendría ningún problema en elevarse y volar tanto como quisiera, porque cada pollito, cada gallina, cada gallo, estaría haciendo también aquello que quisiera. Cada cual entendería al otro, llegarían a acuerdos, todas y todos desarrollándose, explorando, yendo más allá o más acá, desarrollando de esta manera la comunidad donde estuvieran y... disfrutando a tope.

Ya, ya sé que es un sueño, pero un sueño que se puede ir haciendo, y se va haciendo, realidad.

¡Qué guapo sigues creciendo, Álvaro!
¡Me encanta verte sonreír en la bañera jugando con la espuma!

Es una fortuna haber podido leer esta entrada y sus comentarios, haber visto sus fotos... Gracias.

.
Escucha, niño mío, ahora que yo y tú, Álvaro, estamos solos, te quiero contar un cuento:
.

Page copy protected against web site content infringement by Copyscape