martes, 27 de septiembre de 2011

EL ECO

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Podría describirte, Álvaro, el Cerrillo de Costalo, como un bosquecillo en el interior de un gran bosque de olivos. En él, el bajo llano que divide La Fraga, se eleva en pequeño promontorio y se corona como una mancha donde rompe la carrasca, el quejigo, la encina y el pinar. Es como un mundo dentro de otro mundo, una vida dentro de otra vida.

En sus panderas tiene la guarida el tejón y desde su olvidada era de trilla, hoy invadida por la maleza, tienes las perspectivas más grandiosas del cercano Aznaitín. Salpicado de piedras lunares, ha sido y seguirá siendo el lugar donde las soledades del alma buscan la memoria de los seres queridos que en su día desearon reposar allí y de los que, ahora, sólo puedes percibir su mágica áurea que certifica que es habitado por su espíritu que acaba envolviéndote.

Te explico esto, trocito de mi vida, porque de pequeño me vi. sorprendido en ese mágico lugar por un hecho que hoy, que estamos solos tú y yo, quiero contarte.

Un día de Otoño decidí traspasar los linderos de La Fraga y ascender al Cerrillo de Costalo. Era una aventura, la aventura prohibida, porque ya sabes que en sus proximidades se encuentra la bocamina del pozo. Por eso, mi padre me tenía prohibido internarme en aquel paraje, que me parecía mágico, sin compañía alguna. Seguí la vereda, vadeé el pozo dejándolo a mi derecha y me encaramé en un montículo ahogado de árboles nuevos y distintos, que con sus hojas formaban una apretada pared. Había una leve neblina y las sombras se dibujaban en el aire. La tenue luz parecía moverse en las ramas y troncos como si fueran a acercarse. Sentí deslizarse entre mis sandalias multitud de insectos con toda la prisa de sus patitas entorpecidas y oí tantos ruidos entre el follaje del tojal, que sentí miedo.

Y fue entonces cuando para disipar mi miedo, grité: ¡No eres nadie¡. Para mi sorpresa, en las paredes del Aznaitín oí una voz que repetía: ¡No eres nadie¡. Y armándome de un valor fingido, exclamé: ¡ Cobarde¡, volviendo a recibir una respuesta lejana y repetitiva: ¡ Cobarde¡,!Cobarde!

Abandoné de forma apresurada el Cerrillo y busqué a mi padre. No recibí de él ninguna reprimenda. Recuerdo que cogió, con cariño, mi mano y me hizo subir de nuevo al lugar recién abandonado; puso sus manos abiertas en la comisura de los labios y gritó: ¡Te quiero¡. Quedé asombrado cuando de todos los rincones de La Fraga escuché un sonido que envolvió mi ser: ¡Te quiero, te quiero, te quiero...¡.

Después, Álvaro, sentándose sobre la piedra lunar que está en el centro del Cerrillo, esa que tiene forma de jiba de dromedario, me tomó sobre sus piernas y me dijo amorosamente:

- Mira, hijo, la gente lo llama "eco", pero en realidad es la Vida.

De mayor, querido mío, he comprendido lo que mi padre quiso decirme. Comprendí, al fin, que lo que recibes en tu Vida no es una coincidencia, sino un reflejo de nuestras acciones que te devuelve todo lo que haces. Que si deseas amor, debes crear amor; si deseas felicidad, ofrecerla y si una simple sonrisa, sonreír al alma de los que conozcas.


Y por eso, por todo eso, recuerda siempre, Álvaro, cuando esto lo leas o te lo lean, que si alguna vez no te gusta lo que recibes de regreso, debes revisar muy bien lo que estás ofreciendo.


4 comentarios:

KALMA dijo...

Hola! Leo que de pequeño ya apuntabas maneras y que puede tener mayor sentido que lo prohibido o lo que no conoces suele ser tanta la curiosidad que te adentras por más que te avisen ¡La aventura es la aventura! Y que es la vida sino eso. Una gran moraleja va a aprender Alvaro, la vida es como el eco, recibes lo que das.
Un beso.

Anónimo dijo...

"Quedé asombrado cuando de todos los rincones de La Fraga escuché un sonido que envolvió mi ser: ¡Te quiero, te quiero, te quiero...¡".

¡Qué sensación tan bonita he tenido al leer este fragmento, Elo!

¡Y qué guapo está Álvaro!

Gracias por compartir todo esto.

Baruk dijo...

Un breve cuento para explicar una importante y GRAN verdad.

Tu abuelito es sabio, Alvaro, aunque él no lo sepa.

Un besito

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Mayra dijo...

Buenos dias!!!! Acabo de verlo!!!

Me gusta, me gusta muchisimo, y sé que a Alvaro le gustará tambien.....

Muchas gracias abuelito Balolo

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Escucha, niño mío, ahora que yo y tú, Álvaro, estamos solos, te quiero contar un cuento:
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