sábado, 18 de diciembre de 2010

Bueno y malo


Comienzas a oír que este año los Reyes vendrán cargados de regalos, para entregarlos a los niños que han sido buenos. Asocias lo bueno a recompensa y lo malo a carbón.

Y yo, Álvaro, ante esta cuestión me pregunto y les pregunto qué es lo bueno y qué lo malo.

Porque has de saber, trocito mío, que sólo en la conciencia moral de cada uno de nosotros es donde se fijan las relaciones de conveniencia o disconformidad con los principios y hechos. Que hay dos formas en que se actúa verdaderamente mal: una, cuando alejándonos o chocando con nuestros semejantes, nos dañamos mutuamente haciéndonos trampa o intimidándonos y, la otra, cuando dentro de nosotros mismos, nuestras facultades y deseos se alejan o interfieren entre sí. Que lo demás, son simples acciones morales neutras o expresiones de emoción personal que únicamente describen sentimientos subjetivos, pero que no pueden prescribir la bondad o maldad de un acto más allá de la propia experiencia y de una cosmovisión miope.

Por eso, niño mío, niño nuestro, en estos días de sentimiento aflorado, te quiero contar un cuento.
Cuentan que un viejo sabio tenía un caballo y un hijo. Todos sus vecinos le tenían lástima y siempre le decían: "Qué triste que todo lo que tienes es un hijo y un caballo". El viejo sabio siempre respondía con las siguientes palabras: "¿Quién sabe lo que es bueno, quién sabe lo que es malo?" Un día, el caballo se escapó. Todos los vecinos se le acercaron con mucha compasión, diciendo: "¡Es terrible, tu único caballo se escapó y ahora solamente tienes a tu hijo. Es terrible!". Como siempre, el viejo encogió sus hombros y dijo: "¿Quién sabe lo que es bueno, quién sabe lo que es malo?". Pasó una semana y el caballo regresó, y con él venían doce hermosos caballos salvajes. Los vecinos estaban muy emocionados y corrieron hacia el viejo proclamando su buena fortuna: "Es tan maravilloso, ahora tienes muchas posesiones". El viejo sabio respondió una vez más encogiendo sus hombros con las acostumbradas palabras: "¿Quién sabe lo que es bueno, quién sabe lo que es malo?". El viejo sabio le dijo a su hijo que comenzara a entrenar a los caballos salvajes para que pudieran serles útiles. Un día, el hijo estaba montando un caballo particularmente salvaje, se cayó y se rompió ambas piernas. Cuando los vecinos supieron, llenos de lástima le decían: "Que cosa tan horrible lo que le ha pasó a tu único hijo". El viejo sabio nuevamente se encogió de hombros y dijo: "¿Quién sabe lo que es bueno, quién sabe lo que es malo?". Poco tiempo después, llegaron unos soldados desde una villa cercana buscando a todos los hombres físicamente capaces para ir a la guerra. Así fue como todos los jóvenes de las villas cercanas fueron a ayudar a la guerra excepto el hijo del viejo sabio, quien tuvo que quedarse en casa porque sus dos piernas rotas aun no habían sanado. Todos los jóvenes que fueron a la guerra murieron pero el hijo del viejo sabio vivió muchos años.
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Ordena y armoniza lo que tienes dentro de ti, respetando a cada uno en lo suyo y nunca lo dañes, pues sólo actuando en conciencia dispondrás de un criterio seguro y racional que te haga seguir siendo bueno.


4 comentarios:

pallaferro dijo...

Pues mira, Àlvaro,

La filosofia que te quiere contar tu "Elo" de "¿Quién sabe lo que es bueno, quién sabe lo que es malo?" te puede ayudar a buscar aspectos positivos ante las adverisades que, algunas veces, uno se encuentra en la vida.

De la misma manera, ante los logros, que seguro que los habrá, y muchos, te puede ser útil y sano hacer como hizo este viejo sabio del cuento: no jactarte en demasía y tomártelos con prudente alegría.

Un besote y, como un pajarito me ha dicho que has sido bueno, seguro que los Reyes te traerán este año muchos regalos.

cdeburgos dijo...

Un cuento muy apropiado para enseñar a los niños, aunque primero lo tendrían que asumir los que deben contarlo y aplicarselo, es dificil reconocer esos momentos cuando se viven, pero sin duda la experiencia dice que todo el cuento cuenta la verdad.
Muchos Saludos, Carlota

KALMA dijo...

Hola Malvís! Gran filosofía la del sabio, hasta de lo más malo, se saca algo bueno, de hecho el carbón está buenísimo, jjjj. Y en un niño... lo más bonito de los niños es que no entienden de maldad, ni bondad, lo que los hace naturales, dile a Alvaro, que un niño nunca es malo y tendrá muchos regalos.
Y el elo ¡También!
Un beso.

Pilara dijo...

Cuenta el nieto de don Gregorio Marañón que en una de sus últimas conversaciones con él en su querido cigarral de Toledo; estando, el joven, muy impresionado por los intelectuales y todo lo que les rodeaba su abuelo le dio una gran lección cuando le dijo que si algo había aprendido en este mundo es que la bondad debía prevalecer a la inteligencia.

Así es que, Álvaro , no te aflijas. No hay motivo de desazón, siempre la vida bulle. No importan las condiciones, lo fundamental es que exista VIDA y ésta fluya.

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Escucha, niño mío, ahora que yo y tú, Álvaro, estamos solos, te quiero contar un cuento:
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