sábado, 13 de marzo de 2010

El jardín de la transformación

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Hoy, Álvaro, tus llantos me han roto el corazón.

Tus pequeños bracitos, anudados al cuello de mamá, han necesitado ser separados como el herrero rompe el más fuerte de los eslabones de una férrea cadena. Y, sin embargo, niño mío, lo hacíamos por amor.

La separación nos dejó quebrada el alma y la pena cortaba nuestra respiración. Y cuando traspasaste la puerta de la guardería, en brazos extraños, pareció que algo se desgajaba en nuestro interior más profundo.

Por eso, pequeño mío, ahora que has salido de tu primer día de guardería y estamos solos yo y tú, Álvaro, te quiero contar un cuento.

Se cuenta que un hombre sabio fue invitado a dar una exposición sobre la educación. Él aceptó, pero pidió seis meses para prepararse. Ello causó extrañeza, pues como te he dicho, era un hombre muy sabio.

Transcurrido el plazo, compareció acompañado de cuatro jaulas conteniendo en ellas dos conejitos blancos y dos perros. A una señal previamente convenida, hizo abrir la puerta de una de las jaulas y un pequeño conejito blanco salió a correr, tan espantado como tú estás hoy. Luego, mandó abrir la segunda en la que estaba un perro y éste salió a la captura del conejito, destrozándolo rápidamente.

La escena, Álvaro, conmovió los corazones de todos lo que lo vieron tanto como la entrada a tu primer colegio ha sacudido cada uno de los nuestros, pero aquel hombre sabio volvió a repetir la señal liberando la segundo conejo blanco y, a seguir, el otro perro.

El público tapaba los ojos con sus manos para impedir la visión repetida de un espectáculo semejante al anterior, pero ésta vez, pequeño mío, el perro se limitó a tocar con el hocico, suavemente, al blanco conejito y se puso a jugar con el mostrando los dos animales una pacífica convivencia. Y fue entonces, y solo entonces, cuando el hombre sabio dijo:

"¡Acabáis de ver lo que puede hacer la educación¡. Esclarezcamos la inteligencia de nuestros hijos hablándoles a su corazón, porque solo así los despojaremos de sus imperfecciones".

Trabaja pues, Álvaro, tus potencialidades internas, porque sólo así serás mejor.

Y cuando esto leas o te lo lean, comprende, trocito de mi vida, que sólo esa concepción exacta de la vida, será capaz de transformarte.

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7 comentarios:

Baruk dijo...

Lo que tu abuelito ha olvidado decirte Alvaro, es que ese jardín no lo dejamos mientras vivimos.

La guarderia es sólo el primer pasito que se da dentro de ese gran jardín de transformación que es la vida. Eduquémonos en ella, para conseguir ese corazón esclarecido que nos dará la libertad!

Valor y al toro que eso esta chupao!


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Polvorilla dijo...

¡Hola Älvaro! Yo, que me dedico a ello, comprendo el desgarro de los que te quieren y hubieron de dejarte en manos extrañas. Por eso. para que aguanten bien el "tirón" les dedico estas palabras de Gabriel Celaya. Tu abuelo, que es un poco pirata y un poco poeta, las hará suyas, ya verás como sí:
"Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca...
hay que medir, pensar, equilibrar...y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma un poco de marino...un poco de pirata...un poco de poeta...
y un kilo y medio de paciencia concentrada". Ten paciencia con ellos Álvaro y verás como lo hacen todo, muy, pero que muy bien.

KALMA dijo...

Hola! ¡Un día inolvidable! De los que permanecen en la memoria de los padres (extensible a abuelos), la sensación de distancia, casi abandono, antes de salir por la puerta, donde entran con piernas arqueadas "el efecto dodotis" y cuando acaban el ciclo, tienen un andar recto, de niño. Ahora, a familiarizarse con todos sus amiguitos de cole y compartir, veréis como por arte de magia, todo se vuelven "virus" los primeros meses, hasta que se inmunice... Y aunque nos angustiamos ¡Lo más normal del mundo! Ya ha salido al exterior, al jardín de la vida y en unos meses "el bicho" será él y sus compis. Un Abrazo.

SANTOJA-VAN AERSEN dijo...

¡¡Que no!!

 
Todo niño es un lucero
que no muñeco de cartón
no quiero que les recorten en cueros
les vistan con un patrón.
No, no
a Pedro Botero y su tenedor
¡Qué No!
al hombre del saco y al confesor.
No se entrega un niño al buitre
ni se fosiliza ante el pupitre,
Carne y hueso
eso es
seso y sexo
como usted.

DÁMASO ALONSO dijo...

Los consejos de tío Dámaso «a Luis Cristóbal»
Para el hijito del poeta Luis Rosales
 
Mayo. 1957


 
Haz lo que tengas gana,
Cristobalito,
lo que te dé la gana,
que es lo sencillo.
 
Llegaste a un mundo donde
manda la chacha,
mandan los mandamases
y hay poca lacha.
 
Caso nunca les hagas
a los mayores.
Los consejos de Dámaso
son los mejores.
 
Tira, mi niño, tira,
si te da gana,
los libros de papito
por la ventana.
 
Cuélgate de las lámparas
y los manteles,
rompe a mamita el vaso
de los claveles.
 
¿Qué hay pelotón de goma?
Chuta e impacta.
¡Duro con la pintura
llamada abstracta!
 
Rompe tazas y platos
¡Viva el jolgorio
y las almas benditas
del purgatorio!
 
La mejor puntería
te la aconsejo
si es que se pone a tiro
cualquier espejo.
 
Aún hay más divertido:
coge chinillas,
y con un tiragomas,
¡a las bombillas!
 
Pero ahora se me ocurre
algo estupendo,
donde papá se encierra
vete corriendo.
¡Macho, cuántos papeles!
Tú, con cerillas,
vas y a papá le quemas
esas cosillas...
 
¡Verás qué cara pone!
¡Qué gracia tiene!
Anda, sin que te vea,
mira que viene.
 
Vamos a divertirnos
tú y yo, mi cielo.
Es un asco este mundo:
conviene que lo
pongamos boca abajo.
¡Es tan sencillo!
Vamos a hacer un mundo
nuevo, chiquillo.
 
----- OOO -----

Un fuerte besico.

SYR Malvís dijo...

Veo que habéis comprendido la moraleja. Y si no, ahí tenéis a Sir Crispín mordiendo a Mongui, antes que Polvorilla se encargara de darle clases particulares.

KALMA dijo...

A un niño:

"Rey de un trigal, de un río, de una viña:
así habrá de soñarse. Y libre. Dueño
de sí, hoguera perpetua en que arda el leño
de la verdad. Y que el amor lo ciña.

Querrá subir hasta que el cielo tiña
de claridad el bronce de su sueño.
Pero no hay alas. Se herirá en su empeño,
y llorará sobre su frente niña.

Y sabrá la verdad. Morirá el canto
en su garganta, roja del espanto
que oye y que mira y gusta y toca y huele.

Y estrenará su corazón rasgado
de hombre acosado, de hombre acorralado,
de ejecutado en cuanto se rebele."

(José Hierro)

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Escucha, niño mío, ahora que yo y tú, Álvaro, estamos solos, te quiero contar un cuento:
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