lunes, 4 de enero de 2010

Los Reyes de la Fraga

(La segunda vida)
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Porque los Magos existen. Y porque a tí, Álvaro, pronto te visitarán, quiero contarte hoy este cuento. Un cuento de Navidad, precioso, que un día oí contar a Fendetestas, ese hombre bonachón convertido en bandido asaltador de los caminos y veredas reales que atraviesan nuestra Fraga, no por vocación, sino por el mero hecho de completarla en su romanticismo y para no dejar en ella ninguna plaza vacante.

Abre tus curiosos y lindos ojos, trocito de mi vida, y escucha el cuento que a mí, de mayor, me contó:

" David se despertó sobresaltado por el martilleo insistente del teléfono. Alargó la mano a la mesita de noche y sin abrir los ojos contestó. Sólo pudo articular varias frases entrecortadas y colgó. Sonrió y lentamente entreabrió los párpados, seguro de encontrar lo mismo que todos los días desde hacía algo más de diez años. Sin embargo, era una verdadera mañana de Reyes, la mejor de su vida. A pesar de tener casi treinta y dos años aún mantenía el gusanillo que le impedía dormirse con normalidad en la noche del cinco de enero. Su conciencia era implacable y con furia de sargento pasaba revista a sus escasos y diminutos logros, magnificando la montaña de fracasos que le aprisionaban el pecho y le prometían un nuevo año de carbón.

Fue recordando los regalos recibidos a lo largo de su vida. Lo más antiguo era un conjunto de sombrero de vaquero, revolver con funda y una chaqueta de imitación de cuero. Disparaba una especie de petardos que soltaban chispas. Aquellos reyes tenían unas ideas no muy bien vistas hoy día. Luego, con diez años, vino la bicicleta azul, su único vehículo realmente propio, donde cabalgaba como un centauro después de aprender a tomar las curvas sin tener que bajarse y volver a subirse. Ya no hubo más regalos: siempre ropa. Aun recordaba el jersey a rayas con el que salió al cumplir los dieciséis a comerse toda la parte femenina del mundo. Volvió a casa cansado de dar vueltas todo el día y con el estómago vacío. Con el mismo ánimo fueron pasando muy deprisa los años, como huyendo, sin tiempo para hacer fiestas, todo era el estudio, las futuras oposiciones, la vorágine de la incipiente madurez. Luego el accidente y después nada.

Esta navidad iba a ser diferente. Realmente casi todo le daba igual; las luces que adornaban las calles, los farolillos con la cara del Papá Noel importado, las campanas y las ramas de muérdago. Un derroche de imágenes, brillos y destellos a los que era totalmente ajeno. Tampoco veía los escaparates de las tiendas de juguetes, con imitables muñecas embarazadas, divorciadas o transformistas y fornidos salvadores del orden mundial a lomos de vehículos demoledores. Miraba a todas partes pero no veía nada. En su memoria estaba la última navidad con luz. Con ella se fueron los amigos, las reuniones y las bellezas. Ahora únicamente había sabores, olores, el bullicio de las calles que casi no les dejaban andar a él y a su perro, sus ojos en otro cuerpo. Otros nuevos iban a llegar esa mañana. Le acaban de avisar del hospital. Tenía que darse prisa en vestirse y bajar al portal. La ambulancia no tardaría más de quince minutos en venir a recogerle para sacarle del mundo de la noche constante, de la oscuridad infinita. Otro “desgraciado accidente” había quitado de en medio a un joven imprudente, que ebrio y veloz había empezado el año con mala suerte. La suya iba a cambiar al amparo de unos padres desconsolados pero solidarios.

Miró hacia su memoria buscando las figuras de los Reyes Magos de su infancia. De pequeño siempre iba a ver el belén instalado en la tienda de electrodomésticos del barrio, con agua corriente, un enorme castillo de Herodes, los pastores encaminándose al nacimiento y los tres reyes magos a lomos de camellos enjaezados con arreos de oro, vestidos con largas túnicas, coronas refulgentes y pajes a pie, de la mano de los cabestros. Sin embargo, por alguna razón extraña conseguía tan sólo la imagen de una pareja, de aspecto bastante normal, cogidos de la mano, con el cabello entrando en la nieve, vestidos con ropa actual, de calle, sin lujos, que le traían un cofre y se alejaban de vuelta a casa, con los ojos hinchados, pero buscando una nueva vida para los de su hijo. David les sonrió agradecido y se apresuró. La ambulancia estaba en la puerta y hacía sonar la sirena, como una canción de navidad muy especial.".

Y cuando esto leas o te lo lean, comprenderás, niño mío, que hoy los Magos no traen incienso, ni oro ni mirra y, quizá, tampoco juguetes.
Que no sacan conejos de la chistera ni palomas de los bolsillos, pero que cada día que alguien, Solidario y con Generosidad sin límite, es capaz, con sus actos, de ofrecerte lo suyo que más ama, no sólo te está brindando la oportunidad de poder vivir una segunda Vida, sino que está haciendo magia desde el Corazón.


La Fraga- diciembre 2009

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10 comentarios:

pallaferro dijo...

Álvaro,

Los Reyes Magos eran tres. Tres reyes diferentes, cada uno tenía su edad, su raza, su cultura, sus costumbres, sus ideales; cada uno ofreció un regalo distinto, de distinto valor, pero todos importantes; pero Todos hicieron su magia, juntos. Cada uno a su modo y en su dimensión, cierto, pero los tres reyes hicieron Magia desde su Corazón.

Ojalá pueda nuestro entrañable personaje pueda vivir una segunda vida, larga y llena de felicidad, junto a los seres que más quiere y lo quieren. Y que pueda VER esas luces de Navidad durante muchos años.

Un abrazo Àlvaro, y dale un beso muy fuerte a tu abuelo.

Fendes Navideño dijo...

Los Reyes Magos a veces vienen acompañados por un paje muy especial, un abuelito entrañable que deja sus labores en la Mojonera de Sierra Mágina para ayudar a sus majestades a llevar regalos a los niños, sobre todo a uno muy especial.
Escucha pequeño Alvaro; ya se oyen los camellos. Sonríe y piensa que tu abuelo te recibió como su mejor regalo. Sonríe. Nada hay bajo el cielo más grande que tú.

Feliz Navidad y un beso para Alvaro.(No te olvides, pequeño, de dejar agua para los camellos y una copita de anís para el paje).

Pilara dijo...

Los clichés navideños se repiten con insistencia. La vorágine consumista nos devora como cada año...las luces, los adornos con motivos variados, la música, el ambiente te fuerza a la fiesta, al reencuentro familiar,a la paz, a la alegría y no obstante te deja un vacio frío como el que te provoca una ausencia...

Menos mal que en estos días, con el Nacimiento, también se renueva la esperanza de redención para el Hombre, representada en la figura de un niño, está la promesa altruista de salvación para la Humanidad.... Clara imagen del potencial de lo pequeño.

Así es que, Alvaro, no te aflijas. No hay motivo de desazón, siempre la vida bulle. No importan las condiciones, lo fundamental es que exista VIDA y ésta fluya.

Missis B. dijo...

Que suerte tienes Alvaro de tener un abuelo que te escriba cuentos tan bonitos.No se parecen en nada a los cuentos que me contaba mi papá,tu abisabuelo Alvaro, siempre me contaba el de "LAS HABAS"y el de Robisón Crusoe que por cierto núnca lo termino.Mi deseo de Navidad,Alvaro ,mi niño es llegar a estar alguna vez contigo.Besitos.

Melquisedek dijo...

Querido Malvís:

Permíteme el atrevimiento de escribirte estas líneas con encabezamiento afectuoso. He dedicado parte del día de hoy a leerte en los cuentos, a asomarme al mundo de la "Fraga", y ha sido un placer. Ando dándole vueltas a la última aportación de las syrenas del otro Blog. En cuanto a la cena, lo pasamos muy bien Ana y yo, estuvimos muy cómodos, aunque Ana, por motivos que conoces, estuvo un poco ausente. La verdad es que no supe aprovechar bien las clases de historia del arte en bachillerato (andaba más preocupado por otras jambas que sostenían mis anhelos) y la descripción del grupo al que perteneces me ha suscitado muchas curiosidades.
De nuevo gracias de mi parte y de Ana por acompañarnos el viernes.


Un saludo

Polvorilla dijo...

Querido Álvaro: conozco a tu abuelo,hasta sé dónde vive y me atrevo a jurarte por los dioses que es el paje de los Reyes Magos.No, él no es un rey, ni falta que le hace, sólo es un paje. Un paje que lía a los magos, se trajina a las damas, y como dice Serrat de la vida, nosotros podemos decir que con él "nos sentimos en buenas manos/se hace de nuestra medida/toma nuestro paso/ y saca un conejo de la vieja chistera/ y uno es feliz como un niño/ cuando sale de la escuela".Así que, ponle a ese paje una copita de anis del Mono y espera. ¡Ya verás que sorpresas te da! Yo, este año quiero pedirle a los magos, que no reyes, un abuelo como el tuyo ¿me lo prestas?

Anónimo dijo...

"Hacer magia desde el corazón".

Felices Reyes para Álvaro y toda la familia de la Fraga.

SYR Malvís dijo...

Qué gran frase subrayas, Anderea.

Quizá sólo se llega a comprender su profundo significado cuando alguien es testigo y directo beneficiario.

Y te puedo jurar que eso, en la Fraga, ha ocurrido.

Anónimo dijo...

Me alegra, Malvís.

Anónimo dijo...

Pero ahora que me doy cuenta, Malvís: mi subrayado no tiene ningún mérito.
Es tu mismo subrayado.
Sólo he repetido la expresión porque me ha gustado, porque dice algo que quisiera saber hacer, algo que me suena bien y me parece deseable. Nada más.

He vuelto a la página para releer el cuento. ¡Cómo me gusta la fotografía de volver a la fraga! ¡Qué bonita está vuestra querida fraga!

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Escucha, niño mío, ahora que yo y tú, Álvaro, estamos solos, te quiero contar un cuento:
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