martes, 1 de septiembre de 2009

Destino y Providencia

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Parece un dinosaurio dormido y sin embargo, Álvaro, es un monte.El más precioso monte de nuestra Fraga: El Aznaitín.

Tan hermoso es, que todas las nubes que por su cresta transitan no pueden resistirse al deseo de descansar en su lomo y regalarle, agradecidas, el contenido puro del líquido que llevan en su vientre. Otras, las que más permanecen, emplean su tiempo en revestirlo con un hermoso velo blanco para hacerlo visible desde todos los contornos de Mágina.

Él, imponente, se limita a guardar en su seno los dones de todas ellas sin importarle su color o tamaño, porque es sabio y conoce el valor de que lo que se regala sin motivo, únicamente se hace por amor.

Y aunque abriga los mejores pastos y hermosas y profundas grutas con leyendas de magníficos tesoros nunca encontrados, él siempre prefiere estos regalos que la Naturaleza le ofrece simplemente por amor. Y tanto y tanto amor recibe, Álvaro, que su vasto interior está tan pleno de líquido como las ubres de una ternera recién parida.

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Se diría que es tanto lo que en sus entrañas almacena, que habría podido reventar en un acceso de exhuberancia si tu bisabuelo, Álvaro, no hubiera acudido en su ayuda mandando construir, a los pies de su falda, un pozo que sirviera de aliviadero a sus demasías y excesos.

Por la bocamina del pozo discurre un cuerpo de agua que aflora en el encauzamiento que cruza toda la fraga: es el Caz de la fraga. Plácido y bello, como una lámina tersa y luminosa que ondula, parece una enorme serpiente, hoy azul, gris mañana, y que, a veces tiene oro en sus arrugas cuando el sol de primavera se asienta sobre las copas de los verdes olivos. Otras, el orgullo del cielo estrellado le regala su faja tachonada de ilusión de luceros y él lo luce como un cinturón adornado con brillantes con el que pretende seducir a la luna cuando se asoma a mirarse, desdibujada y siempre temblorosa..

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Desfila el caz entre abedules, álamos, olivos y mimbreras, que en invierno están firmes como soldados presentando armas y en verano tienden su toldo bajo el que pasa con sus cuchicheos y frescor, mientras las ramitas de los árboles vecinos al cauce dejan caer sus hojitas como cartas de amor a esa desconocida y remota enamorada que nunca responderá a su misiva, pero a la que necesitan concebir en ese espacio equivalente que justifique el propio hecho de su existencia.

Viéndolo así, cubierto en su superficie por innumerables seres que se desplazan contra corriente con patines en sus patitas, arrastrando multitud de burbujas, como náufragos con cabecita de cristal intentando asirse a la retama, y animado en su entraña por los componentes de un formidable coro nocturno de ranas, se diría que es feliz, pero el siempre soñó con ser torrente incontenido.

.Por eso, nuestro caz siempre sintió el fatalismo de quien se considera encauzado. Su origen era así y, lo peor, es que siempre seria así, y su curso vital comienza, discurre y termina allá donde el destino lo dispuso y nada ni nadie podrá variar su misión prefijada por otro.

Pero un día, aprovechando aquel lluvioso otoño, solicitó a los árboles de la Fraga que vaciaran las hojas de sus ramas como si fueran enamorados que arrojan flores desde sus ventanas. Y tanto y tan gran fue su acúmulo, que estancaron el caz haciendo una tupida presa marrón en la boca de su cauce. El caz no tardó en desbordarse y su contenido acabó vertiéndose por toda la superficie de alrededor, anegándola y dando fertilidad a cuanto a su paso encontraba. Y florecieron jaramagos, tulipanes, amapolas, violetas, albahaca y hierbabuena. Y junto al caz, el bisabuelo plantó frutales y un hermoso vergel de hortalizas que convivió, para siempre, con los plantones de olivos centenarios.

Fue entonces cuando comprendió, Álvaro, que aquella decisión no fue sino una expresión de su propia libertad capaz de intervenir su propio curso natural, porque actuando sobre su discurrir, fue capaz de modificarlo.

Mientras tanto, Álvaro, el bisabuelo murió creyendo que aquella porción de superficie de la Fraga que ahora inunda cada día el caz, siempre había estado destinada a que él plantara un vergel. Incluso aunque él nunca hubiera intervenido.

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Recuerda siempre, Álvaro, que solo hay una vida que vivir. Y que si al hacerlo se la sufre, el hombre piensa en el Destino. Si, por el contrario, la goza, creerá en la Providencia.

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¡ Vive¡




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9 comentarios:

M. Brillet dijo...

Malvís como invidio tu pluma,en todo lo que escribes,pero sobretodo en los cuentos para Alvaro,son una maravilla de ingenio y vivencias,gracias por esos maravillosos cuentos

SYR Malvís dijo...

No tienes nada que envidiar, Mss. Brillet, porque puede que sea genetico...

Y en cuanto a tu predileccion por estos cuentos, tambien es logico. No en vano tambien tu eres un ser nacido en, por y de la Fraga.

Un beso

Pilara dijo...

Lo que ha de suceder, sucederá; decía el poeta Virgilio.

No se puede escapar a las consecuencias de tus actos o a los efectos que las actuaciones ajenas causarán en tu propia vida que engancha como una diminuta rueda dentada en el engranaje de la inmensa maquinaria que es el universo.
Nadie puede decir lo que tiene que hacer al que ha decidido cuál debe ser su destino...otra cosa es que el mecanismo funcione en la dirección elegida, aunque yo pienso que nunca hay mal que por bien no venga.

El destino es providencial.

Así es que, Alvaro, no te aflijas. No hay motivo de desazón, siempre la vida bulle. No importan las condiciones, lo fundamental es que exista VIDA y ésta fluya.

Esca dijo...

Lo veo tan personal, enternecedora y tan bonita la relaccion con tu nieto que me da apuro.Para mi es como profanar esos cuentos que le cuentas para un futuro,que le deseo sea feliz y que tú, a su lado, ya mas viejecito, le relates ese dia que escribiste ese cuento y por qué lo escribiste. Y sí me gustaría que ese día te acordaras del Esca y de su fraile, dónde fué, el destino que se topó con él (¿o fué la providencia? ).

Saludos a todos, amigos

Anónimo dijo...

¡Cómo me gusta asomarme a esta ventana! Gracias por dejarla abierta.

SYR Malvís dijo...

El agradecido soy yo, Anderea, por el honor que nos haces cada vez que te asomas. ¡ Echo tanto de menos a Carmina, que también solía hacerlo¡.

Me encanta que lo hagas,aunque nunca sabré escribir algo para agradeceros lo que supone para mí que estéis compartiendo y viviendo la niñez de mi nietecito.

Un abrazo

Baruk dijo...

Por fin lo tengo claro! Son dos cosas diferentes que se mezclan para crear un elemento nuevo.

Cuando la providencia es demasiado generosa, el destino pone medios para no ablandar y con ello estropear el resultado, y en el caso contrario, cuando todo se vuelve muy rígido, la providencia dulcifica lo que el destino a decretado. Todo en su medida para conseguir la obra perfecta.

Eso es lo que es, la unión de dos voluntades divinas que se vínculan para conseguir un fin: La maestría de sus hijos.



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Pilara dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maria Luisa Amezcua Lanzas dijo...

Animo me gusta

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Escucha, niño mío, ahora que yo y tú, Álvaro, estamos solos, te quiero contar un cuento:
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