jueves, 1 de enero de 2009

El coleccionista de sonidos

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Vive en nuestra Fraga, Álvaro, un hombre sabio al que la Madre Naturaleza ha dotado de una mente penetrante y una curiosidad por conocer las cosas, tan extraordinaria como la que tú tienes ahora. Le gusta disfrutar observando los pájaros que anidan en la diversidad de árboles que crecen en la fraga y se detiene a escuchar su diferente canto. Se asombra cómo consigue, cada uno a su modo, transformar el mismo aire que respiran, en muy diferentes cantos.

Sucedió que una noche, oyó un sonido delicado junto a su cabaña, y no pudiendo imaginar que fuera otra cosa que el canto de un nuevo pajarillo viajero, fue a cogerlo; pero al llegar al camino que linda con el pazo, encontró a un pastorcillo que soplando por un tubo de caña agujereada y moviendo los dedos sobre la caña quemada, abriendo y cerrando diferentes agujeros, producía aquellos sonidos semejantes a los trinos de los pájaros, pero de modo diferente.

Volvió a su cabaña. Pero lejos de entristecerse, reflexionaba sobre el hecho de que, si no hubiera conocido a aquel muchacho, nunca habría aprendido que existen en la Naturaleza diferentes modos de producir cantos y sonidos delicados y bellos. Mientras esto meditaba, descubrió que esos sonidos podían producirse no sólo por el canto de los pájaros de la fraga, sino también por el aleteo de las abejas, los mosquitos o los murciélagos cuando rasgan el negro velo de la noche; el roce de los distintos vientos sobre la copa de los diferentes árboles cuando imitan el oleaje del mar lejano; el roer de la polilla cuando se confunde con el ruidillo de dar cuerda al reloj; o bien, golpeando con un arco unas cuerdas sujetas a una pieza hueca de madera, o frotando con la yema de los dedos el borde de una copa, o castigando una piel tersa y seca de conejo, o empujando una puerta con pesadas bisagras metálicas....

Y se propuso conservar todos esos sonidos y sensaciones sonoras, hasta el punto de que, transcurrido cierto tiempo, comenzó a pensar que conocía todos los modos de cómo se producen los sonidos.

Sin embargo, niño mío, un día de agosto, cuando en la hora de la siesta la Fraga se aletarga y duerme, el hombre sabio se sintió sobresaltado por algo que le dejó perplejo. Era el canto de una cigarra.



Tras localizarla y atraparla, la tomó en sus manos. El aire era tan sofocante que ni siquiera entre sus manos logró disminuir el gran ruido que hacía. Le tapó la boca y le paró las alas, pero, sin embargo, no logró detener su canto ni sonido metálico. Finalmente, levantó la cubierta de su pecho y vio unos cartílagos duros pero sutiles, por lo que creyó que el ruido procedería de sus vibraciones. Y los rompió para hacerlos callar. Pero resultó inútil, Álvaro.
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Desesperado, hincó una aguja que atravesó a la criatura, quitándole la vida, junto a la voz, de modo que al actuar así, jamás fue capaz de descubrir dónde tenía el origen de su canto.

Abatido, regresó a su cabaña y desde entonces, aquel hombre sabio siempre desconfió de su saber. Así, cuando alguien le preguntaba cómo se originaban los sonidos, les respondía, con humildad, que conocía algunas maneras, pero que estaba mucho más seguro de que existían mil otros modos desconocidos e inimaginables.




Respeta, pues, Álvaro a la Naturaleza y ten presente que Ella es tan magnánima y generosa que hasta nos resulta, siempre, inabarcable.


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Almería, en el Primer día de 2009

3 comentarios:

Laura dijo...

Alvaro bonito,

Lo que tu abuelito quiere decir con esta curiosa historia, es que hay una sanísima lección que deberiamos acabar aprendiendo todos, al menos todos los que optamos por evolucionar

... y es que paradójicamente, contra más sabemos, más nos damos cuenta de lo muy poco que sabemos.

Algo que ya decía aquel sabio entre sabios: "Sólo sé que nada sé"

Y de seguro que ahí radica la verdadera sabiduria.


Un besito

Anónimo dijo...

Alvaro, eres un niño precioso,y tienes la suerte, de tener un abuelo, que te escribe unos cuentos muy bonitos, en los que siempre puedes aprender muchas cosas interesantes.
Seguro que cuando seas mayor, estaras muy orgulloso de que te los hayan escrito.
muchos besitos. carmina

Anónimo dijo...

Observa sin prejuicios y sin perjuicio, experimenta sin miedos, ten la mente abierta y la boca a la inversa, colecciona momentos y enseñanzas porque hasta del más duro batacazo se aprende.

Así es que, Alvaro, no te aflijas.No hay motivo de desazón, siempre la vida bulle. No importan las condiciones, lo fundamental es que exista VIDA y esta fluya.

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Escucha, niño mío, ahora que yo y tú, Álvaro, estamos solos, te quiero contar un cuento:
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